En un Madrid donde los restaurantes surgen y desaparecen con rapidez, Atrapallada se erige como un faro de consistencia y excelencia gastronómica. Con más de cuatro décadas de historia, este emblemático restaurante del barrio de Arganzuela se ha consolidado como un referente indiscutible para los amantes del pescado y el marisco, ofreciendo una experiencia culinaria que combina tradición, calidad y un trato excepcional.

Desde 2015, María Ángeles Antes y su marido Kiko Rodríguez han llevado las riendas de este proyecto familiar, imprimiéndole su sello personal y convirtiendo Atrapallada en un auténtico templo del producto gallego. Ubicado en un enclave privilegiado, a solo 15 minutos de la Puerta del Sol, la estación de Atocha y Madrid Río, el restaurante no solo atrae a clientes habituales, sino que también seduce a un público cada vez más exigente y conocedor.
María Ángeles Antes, propietaria de Atrapallada
Un espacio acogedor
Reformado en 2015 por el estudio de arquitectura Zooco, Atrapallada combina a la perfección un ambiente contemporáneo con el encanto de una taberna marinera. La madera, protagonista en su decoración, envuelve unos comedores luminosos y acogedores, donde las mesas, siempre vestidas con mantel, invitan a disfrutar de una experiencia gastronómica única. El servicio, experto y cercano, trata a los comensales como si fueran de la familia, manteniendo un equilibrio perfecto entre profesionalidad y calidez.
Con capacidad para 250 personas en su comedor y una terraza icónica para 80 comensales, Atrapallada se ha convertido en un destino gastronómico imprescindible en la capital. Su ubicación estratégica y su ambiente inigualable lo hacen ideal tanto para reuniones familiares como para encuentros entre amigos o cenas especiales.

La excelencia del producto gallego
El corazón de Atrapallada late al ritmo de la cocina gallega más auténtica y de calidad. Su carta es un homenaje al mar, con una selección impecable de pescados y mariscos que llegan directamente de los mejores proveedores del norte de España. Zamburiñas, pulpo, ostras, gamba blanca, carabineros, besugo y rodaballo salvaje son solo algunas de las delicias que desfilan por sus mesas.

Kiko, copropietario del restaurante, destaca la relación cercana que mantienen con sus proveedores: “Los conocemos por su nombre, son amigos de toda la vida. Eso nos permite ofrecer un producto excepcional, siempre fresco y de la máxima calidad”. El pulpo a la gallega, elaborado con patatas de Coristanco (A Coruña), es uno de los platos estrella, pero la innovación también tiene su espacio, como en el caso de las almejas con ajo negro, que elevan la materia prima a otro nivel.

Kiko Rodríguez, copropietario de Atrapallada
Además, Atrapallada no se limita a Galicia. Su búsqueda de la excelencia los lleva a traer carabineros y gamba blanca de las lonjas del sur, y a ofrecer pescados poco comunes, como el rodaballo salvaje o el besugo de pincho, preparados al gusto del cliente: al horno, a la plancha, a la gallega o a la bilbaína.
Una carta para todos los paladares
La oferta de Atrapallada va más allá del pescado y el marisco. Su carta de picoteo es un festín de sabores que invita a repetir: croquetas de carabinero o jamón, empanada gallega de masa fina (de bacalao, bonito o lacón), ventresca de atún en escabeche o mejillones caseros son solo algunas de las opciones. Los arroces también brillan con luz propia, desde la paella con carabineros hasta el arroz negro con chipirones y sepia, pasando por la fideuá de pulpo, que se ha convertido en un imprescindible.
Los amantes de la carne tampoco saldrán decepcionados. Platos como el steak tartar de vaca rubia gallega, la pluma ibérica con salsa de naranja o el chuletón de vaca vieja demuestran que Atrapallada es un restaurante para todos los gustos.

Postres y vinos con sello gallego
El broche final lo ponen los postres, que rinden tributo a la tradición gallega con delicias como las filloas de crema, la tarta de Santiago o el sorbete al albariño y al orujo de hierbas. Y para acompañar, una carta de vinos cuidadosamente seleccionada por Kiko, con especial atención a los caldos gallegos de pequeñas bodegas y uvas menos conocidas como la treixadura, loureiro o Doña Blanca. “Queremos que nuestros clientes se sientan invitados a probar y descubrir”, explica.

La barra: un espacio para disfrutar
Más allá del comedor y la terraza, la barra de Atrapallada es un espacio vibrante donde conviven los clásicos del restaurante con creaciones exclusivas. El brioche de pulpo, la gilda o la brocheta de zamburiña y gamba son tentaciones irresistibles, perfectas para acompañar con un cóctel clásico, desde un Aperol Spritz hasta un Gin Tonic o un Bloody Mary.

Atrapallada no es solo un lugar para comer; es una experiencia gastronómica que combina producto de la máxima calidad, un ambiente acogedor y un servicio impecable. Un secreto a voces que ha conquistado a un sinfín de incondicionales y que abre sus puertas a todos aquellos que quieran descubrir lo mejor de la cocina gallega (y más allá) en pleno corazón de Madrid.
———————
Atrapallada
Paseo de las Acacias, 12.
Horario: Lunes a jueves, de 13:00 a 18:00 y de 20:30 a 00:30.
Viernes y sábados, hasta las 2:00.
Domingos y festivos, de 13:00 a 16:00.
Precio medio: 40-50 euros (bebida aparte).
Comments